Las Ruinas Circulares

“And if he let off dreaming about you…” Lewis Carrol

         El huracán Odile colapsó mi casa en 2014 y a los cinco meses de mi infortunio encontré en un lote de casas móviles usadas, alrdedor de ocho mil diapositivas hechas con película Kodachrome. La otra mitad del material, lo habían quemado días atrás.
         Las imágenes que salvé de las llamas es un album de una familia estadounidense que residió en San Diego, California, durante los años 50 a los 70; el archivo está ordenado obsesivamente con fecha, número, lugar y personaje, no solamente por fuera de la caja para las 36 fotografías, sino alrededor de la protección del cartón o plástico que presenta a la transparencia.
         La identidad la confirma y la revela Kodak porque el laboratorio regresaba por correo la película Kodachrome procesada y montada a sus clientes. Investigué con este remitente en Google y apareció el obituario de uno de los fotógrafos y varias noticias en algunos diarios de Texas, en las que se anuncia la detención del hijo mayor de la familia. Envié por Facebook varios mensajes a hermano y madre para avisarles del rescate de su álbum, pero hasta el día de hoy no he obtenido una respuesta.
         Al revisar las imágenes fueron apareciendo dormidos cada uno los personajes de la familia; por eso titulo la pieza “Las ruinas circulares” y descubro que el fuego no logró quemar la intimidad de una familia y sin embargo creo una simbiosis entre personajes en un mundo de sueños, en donde los soñados sueñan sueños progresivamente y van formando cadenas circulares, y yo, tal vez, no soy real, sino sólo el sueño de otra fotógrafa que también sueña fotógrafos.
         La edición, investigación y proceso creativo con el album familiar, resultaron ser una “caja china” como las obras de Borges, donde una sola historia se convirtió en una sucesión de historias que se contienen unas con otras, aunque aquí la realidad parece revasar la ficción: A los siete meses del hallazgo un seguidor de la pieza Las ruinas circulares, identificó y me avisó que una foto que subí en mi muro de Facebook, estaba publicada también en un libro sobre los 15 años de trayectoria del músico inglés Steven Wilson.
         La fotografía de ese libro es un espejo de la que tengo y fue seleccionada para la portada del álbum llamado Wild Opera, con la banda No-Man de Wilson. El libro se tiitula Index y fue editado por el cineasta Lasse Hoile y el diseñador Carl Glover. En la reseña de la publicación Carl Glover describe su afición por buscar y coleccionar “fantasmas huérfanos”. Su compañía productora de formatos análogos lleva como nombre Aleph Studio.
         Según Jorge Luis Borges, El Aleph es el único punto del universo donde todos los actos y todos los tiempos presente, pasado y futuro ocupan el mismo punto; El Aleph está en todas partes y la circunferencia en ninguna. No tiene memoria, no tiene pasado, no tiene finalidad, no tiene porvenir, lo no pensable tiene por símbolo El Aleph.
         Pensando en el “soñador” sin memoria que se construye y no se destruye al pasar por el fuego, en el cuento de “Las ruinas circulares”, una noche de insomnio releí El Aleph más de tres veces y “vi un laberinto roto (era Londres)”; hice la conexión literal que Borges, maravillado, observa en la esfera tornasoleada, con esa fotografía del automóvil rojo que fue a parar a Inglaterra, la cual no hay manera de saber si Carl Glover tiene la original o yo.
         Al llegar el aura tuve otra conexión, no menos estraña: Borges personaje revela las imágenes caóticas del Aleph en un sótano. Mi recámara y estudio están en el sótano de mi casa, donde resguardo veinte años de las memorias de la familia Warnshuis que dejaron abandonadas en su casa móvil, que no les importó recuperar y que vinieron a parar a México como basura.

Angélica Escoto

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